¿Por qué a cierta edad nos permitimos cuestionarnos, sobre la vida, la naturaleza, el amor, las leyes, la muerte, nuestro objetivo de vida?
Recuerdo que, cuando estaba en la preparatoria, había una etapa muy marcada que empezaba poco antes de los 3 años "La etapa del ¿por qué?", espero recuerden algo al respecto. Niños que no se quedaban sólo con una respuesta. El adulto eludía las preguntas porque sencillamente, ni él conocía las respuestas.
Hoy esa etapa ya no se disfruta, puedo asegurar que esas interrogantes ya no las hacen la mayoría de los niños de esta época. Quizá se debe a la información digital. Ahora los niños pueden dar posibles respuestas a sus pocas preguntas, o simplemente ya no les importa saber las respuestas.
La otra etapa del ser humano en la cual no se atreve a filosofar, sin embargo lo hace, es entre los 17 y 18 años, dónde sus emociones son el motor que los mueve. Aunque no he sabido por qué en la actualidad, les da miedo cuestionarse. Supongo que está demasiado ocupado tratando de entenderse e integrarse, entonces las cuestiones del entorno pasan a segundo plano. Podría decir que aquí filosofan con sus cambios y emociones; haber si así logra entenderse.
La última etapa (que puedo mencionar, porque no he pasado a otra), es de los 30 a 35 años, donde hacemos un recuento de la vida, de los actos, de los sueños... En esta faceta, nos tratamos de enfocar en aterrizar las ideas, materializarlas y aprovechar el tiempo al máximo. Hacemos lo que en la adolescencia dejamos para después... Con esta reflexión asimilo que
¡Somos filósofos por naturaleza!
Tenemos muchas cosas urgentes (más no importantes) que debemos atender: nuestras redes sociales, el trabajo, las noticias, las novelas, ir al cine... que al final son complementos de nuestra experiencia de vida; pero no nos detenemos ni un minuto a reflexionar. Un minuto para volver a tomar el centro de equilibrio. Para tomar fuerzas y seguir adelante, para amar, crear, compartir, disfrutar...
Partiendo de esta realidad, ¡TE RETO!